sábado, 26 de marzo de 2011

Nepal. Valle de Katmandú (parte III)

La muerte no es el final
A la mañana siguiente nos esperaba otro día de huelga. Esta en concreto era de transportes pero quedaba excluidos los turísticos, por el perjuicio económico que les estaba suponiendo tantas huelgas.
El ejército volvió a patrullar el hotel y nuestro autobús llevaba bien pegado varios carteles de Tourist en los laterales, no fuera ser que los piquetes nos apedrearan por confusión.

Corrimos hacia el santuario de Pashupatinath, uno de los mas importantes del hinduismo. El rio Bagmati baña sus aguas, que se consideran sagradas, por ello se realizan en este santuario multitud de ofrendas, ritos y cremaciones.


Lo primero que nos encontramos fue una cremación de un difunto. Aquí es donde incineraron a la familia real y donde la mayoría de los nepaleses acaban para incinerarse. Al contrario que en Benarés, aquí no había ninguna restricción para hacer fotografías, hecho que aproveche para documentar este solemne momento.
Lo primero que se hace es llevar el cuerpo, en vuelto en telas o en un Sari y bañarlo en el río.


Los hombres con el ropaje blanco (en señal de luto) son los varones más jóvenes de la familia más directa al fallecido. Ellos son los encargados de todo el proceso. Una vez introducido el cuerpo, o parte del el en el rio, se lleva hasta la zona de cremación.


Llegado al lugar a pocos metros, la pira esta preparada por operarios del templo. Pero son los propios familiares los que depositan al difunto y preparan todo para una completa cremación.


En esta fotografía podéis ver la suciedad del rio, ya que las cenizas y ofrendas son arrojadas dentro. También podéis ver como un mendigo rebusca entre las cenizas restos de oro o algo de valor, que muchas veces dejan los familiares con el difunto.


Para que el cuerpo arda por completo se necesita mínimo entre 5 y 10 kilos de leña, dependiendo del peso del cadáver. Los familiares rocían el cuerpo con aceites para acelerar la combustión.


Para terminar, es el hijo varón quien debe cubrir con paja y prender la pira de su difunto. Un acto que a todos nos estremeció, pero que se hizo con total naturalidad. Nos quedamos sentados estupefactos, a la orilla del rio, viendo como ardía la pira. Para nosotros la muerte es algo atroz y lo asumimos poco a poco. Para esta cultura, aunque es duro perder a alguien, su concepto de morir es un mero trámite hacia otra vida.
En la misma orilla del río donde nos encontrábamos, algunos sacerdotes realizaban varios rituales a petición de los familiares.



Pasados unos minutos, cruzamos al otro lado entre volutas de humo y peregrinos.




Tras pasar varios templos en ruinas, llegamos a un bellísimo edificio donde las hermanas de la madre teresa nos esperaban alegremente.


El asilo era un antiguo templo hinduista, hoy reconvertido en asilo y parroquia cristiana.


El asilo era muy decadente. Las pobres monjas apenas eran 3 para cuidar a más de 100 ancianos. Es por ellos que los ancianos menos desvalidos ayudaban a estas, ya que si no seria imposible. Aun así, aunque el lugar era precioso, las dependencias les faltaba mucha ayuda. No había agua caliente y faltaban medicinas.


Aquí vemos a algunos ancianos lavándose en el pozo del asilo.
Salimos de allí con la esperanza que el donativo dado al menos sirviera de algo a estas pobres personas para seguir con su misión. Volvimos al otro lado del rio, las piras seguían ardiendo y visitamos los cenotafios y templetes dedicados al falo de Shiva.


De vuelta al autobús encontramos muchos Santones, algunos demasiado pasados de rosca como este sujeto.


Tras esta intensa mañana y con la amenaza de huelga, volvimos al hotel para terminar de recomponer nuestro equipaje (ya que compramos muchísimas cosas) y descansar un poco para el palizón que nos esperaba a la mañana siguiente.

El techo del mundo
A las 6:00 de la madrugada nos levantamos algunos aventureros ya que tocaba presenciar la guinda del viaje. Rápidamente nos dirigimos al aeropuerto para coger un avión de Budda Airlines con destino el HIMALAYA.


Aunque se retrasó bastante nuestro vuelo por la falta de visibilidad, conseguimos despegar. La verdad es que me lleve un chasco enorme porque creía que pasaríamos mucho mas cerca, viendo los Yaks y los glaciares perpetuos. Pero no fue así. Apenas nos alejamos del valle y de lejos, a una altitud considerable, conseguí hacer estas fotos. He aquí dos de los Anapurnas



Y el majestuoso EVEREST con sus 8848 metros.


Las fotos no salen muy bien por lo sucio que estaba el cristal del avión.
Si alguien va a Nepal y decide hacer esta excursión, mejor piénselo 2 veces antes de hacerlo, es un dinero invertido tontamente. Mejor utilícelo en un Trekking por los pueblos de toda la cordillera. En Nepal muchísima gente se dedica al senderismo o al montañismo. En mi caso, por culpa de las huelgas no se pudo hacer pero es algo que tengo pendiente.
Con pena nos despedimos de Nepal y volamos a Nueva Dheli, rumbo hacia nuestra querida España.





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