lunes, 21 de marzo de 2011

Nepal. Valle de Katmandú (parte I)

Tras el apasionante viaje por el norte de India, me esperaba un país totalmente diferente. Aunque comparten frontera, los nepaleses son una mezcla entre chinos e indios. Sus rasgos son completamente orientales aunque no tan rasgados como sus vecinos.
Salimos de Benarés con destino Katmandú, capital del Nepal. La superficie del país es de apenas 140.000 km, con una población de unos 28 millones de habitantes. Aunque la capital esta un poco mas avanzada que la India, eso solo es un espejismo.
Al llegar me encontré con un país al borde del desastre.
Tras el asesinato de la familia real y el derrocamiento del heredero por su falta de conciencia y despotismo. Nepal entraba en un periodo de transición muy inestable, con continuas huelgas y luchas internas.
Con este panorama nos enfrentábamos a 2 huelgas generales en menos de 5 días.
Nuestro guía nos avisó de lo que estaba pasando y teníamos que variar un poco la ruta en función de como se desarrollaran los acontecimientos. Para no perder tiempo nos dirigimos a uno de los pueblos cercano a la capital llamado Phatan.



Su centro histórico llamado Durbar Square es una delicia. Parece sacado de una película, y todo el pueblo es un gigantesco decorado.



Paseamos por sus animadas plazas y calles. Aunque se veían algunos Saris, ya la gente iba vestida más occidental y no había tanta suciedad como en las ciudades Indias. Pero el tráfico era peligrosamente denso y ruidoso. Entre callejuelas llegamos a un templo Hindú llamado popularmente "El templo de las ratas"



La razón del nombre lo podéis adivinar. Aunque este apenas había una cuantas (eso si enormes) no llega a la altura de las cientos de ratas de viven en el templo de Karni Mata de la India. Con cuidado admiramos el maravilloso templo de varios siglos de antigüedad y observamos como los fieles rezaban con devoción.
Al salir de allí volvimos a Durbar Scare donde nos pudimos tomar una cerveza tranquilamente mientras nos deleitábamos observando esa maravillosa plaza

Ya el día llegaba a su fin cuando llegamos a nuestro hotel. El Growne Plaza es el mejor hotel de la ciudad, con lujosas habitaciones, grandes jardines y enormes instalaciones. En dicho hotel se celebraban varias bodas hinduistas. De estilo a las bodas que vi en la India pero no tan divertidas.


Katmandú
El día amaneció temprano con la amenaza de la huelga nepalí. Los empleados del hotel no la secundaron y por ello el ejército, con rifle al hombro, custodiaba el perímetro del hotel. Nuestro guía Miguel junto con los guías locales nos aseguraron que las protestas se esperaban pacificas pero que no tentásemos a la suerte. Es por ello que no utilizaríamos ningún medio de transporte ya que había piquetes por toda la ciudad.
Así pues llegaríamos al centro histórico de Katmandú a pie, algo que resultó un acierto ya que pudimos callejear y observar la forma de vida en la ciudad.
Nos sorprendió que absolutamente todo el mundo secundo la huelga y ni siquiera los coches particulares se veían por la ciudad. NADA. Solo gente andando de un lado para otro y con banderas comunistas.


La renta per cápita del país es bajísima, es por ello que muchas familias viven por debajo del umbral de la pobreza, tanto en la capital como en los pueblos donde la vida es más rudimentaria. Aun así, gracias al turismo montañero la economía Nepalesa no se hunde del todo y puede sobrevivir.


He aquí una niña que va vestida para una celebración importante con sus familiares. El sari es precioso.
Y más tarde vimos las famosas fuentes del Himalaya, repartidas por todo el valle de Katmandú, que son unas conducciones de agua directamente traídas de las montañas cercanas. Nadie sabe a ciencia cierta quien construyó estas fuentes que hoy en día abastecen a todo el valle.


Al llegar al centro histórico y gubernamental de la ciudad, entramos en los aposentos de la llamada "Niña Diosa". Sus aposentos son su refugio, su morada y su cárcel. No puede salir de allí salvo los días que se la pasea como un trono de semana santa. Y jamás puede pisar el suelo firme, en cuyo caso ha de ser llevada en volandas, no sea que la diosa envenene la tierra y los campos con su fuerza divina.
Esta niña fue elegida entre cientos de niñas con apenas 3 años para ser la reencarnación de la diosa Kali en la tierra. Dichas pruebas son muy duras y algunas ponen los bellos de punta. Pero esta diosa solo permanece en el cuerpo de la niña hasta su primera menstruación. Es entonces cuando podrá salir del templo y hacer vida normal. Durante esos años es instruida por maestros de toda clase y tiene unos cuidadores a su cargo.


Aunque los nepaleses suelen despreciar a las mujeres que fueron niñas diosas, porque se cree que trae la desgracia a la casa donde entran. Es por ello que el estado les da una subvención de por vida, para que al menos pueden vivir lo mejor posible.
Estuvimos esperando largo rato la salida de la niña, no se podía fotografiarla y al salir por la balconada de la imagen, todo el mundo comenzó a aplaudir, escondiéndose rápidamente. Ya esta.
Me imagino que la organización pro derecho del niño tendrá algo que decir al respecto.


Al salir nos encontramos con la Durbar Scuare de Katmandú, otra delicia perdida en el tiempo, aunque un poco descuidada con tantísimas palomas.




Pudimos ver las dependencias presidenciales, el senado y diversos organismos gubernamentales del nuevo gobierno, que aunque había bastante presencia militar, la gente paseaba y no había ni enfrentamientos ni manifestaciones. En una parte de la gran plaza encontramos este enorme mural. Estaba lleno de fieles que le dejaban ofrendas.


Llego la hora de almorzar y por la huelga no podíamos ir a ningún sitio salvo el hotel. Gracias a nuestros guías locales consiguieron que un restaurante nos abriera uno de los salones. Con las cortinas echadas y entrando por la puerta de atrás claro.
Tras un agradable almuerzo nepalés (todo a base de fideos y arroz con picante) nos dirigimos al palacio real.
Aquí es donde la familia real fue acribillada a balazos por uno de sus miembros, el cual se suicidó según la versión oficial. Según la no oficial, el hermano del rey ordeno la masacre y la culpabilidad del joven “asesino”.

Mientras nuestro guía nos explicaba, los camiones del ejército y de la televisión corrían a toda prisa hacia otra zona de la ciudad donde estaba habiendo altercados.
Ante ese panorama decidimos volver al hotel, no sin antes pasar por un concurrido mercadillo, lleno de material para escalada de segunda mano.




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